¿Por qué y para qué la matriz de Louis Vuitton compra Tiffany?

El dueño de Louis Vuitton, Dior o Bvlgari duplica su división de relojes y joyas, que apenas suponía el 9% su facturación, y apuntala su presencia en EEUU, donde tenía el 24% del negocio.

Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH), el conglomerado del lujo controlado por Bernard Arnault, el hombre más rico de Francia, añade a su colección de marcas una de las pocas joyas que le faltaban y que más tiempo llevaba persiguiendo: Tiffany.

LVMH alcanzó un acuerdo para adquirir la famosa joyería norteamericana por 14.700 millones de euros (US$ 16.600 millones), lo que convierte la operación en la mayor compra de su historia. El precio, de US$ 135 por acción, supone una prima del 7,5% sobre el cierre de cotización de Tiffany el pasado viernes y de más del 50% respecto a mediados de octubre, cuando se conoció el interés de LVMH por la firma.

Su primera oferta fue de US$ 120 por acción, pero Arnault ha tenido que subir la apuesta para convencer al directorio de Tiffany. La operación, que se espera cerrar a mediados de 2020, está pendiente de recibir el visto bueno de los accionistas de la joyería, entre los que destacan Vanguard, el fondo soberano de Qatar o BlackRock, y de las autoridades regulatorias.

LVMH ha tenido como asesores a Citi, JPMorgan y Skadden, mientras que Tiffany ha sido asesorada por Centerview, Goldman Sachs y Sullivan & Cromwell. El grupo francés financiará la compra, en efectivo, con deuda.

Un gigante del lujo

LVMH apuntala con Tiffany su liderazgo mundial del mundo del lujo, una posición que ha creado a golpe de compras, especialmente en la última década. La firma Refinitiv Data señala que LVMH ha realizado más de 100 adquisiciones desde 2010, entre las que destacan los 6.500 millones de euros que pagó por Christian Dior en 2017; los 4.300 millones que desembolsó por Bvlgari en 2011; o la adquisición de los hoteles de lujo Belmond en 2018 por 2.800 millones de euros.

La empresa francesa suma más de 75 marcas de moda y accesorios, bebidas, cosmética y perfumes, y joyería y relojería, además de tener intereses en sectores como el hotelero, la prensa o la confitería, entre otros. Su facturación en 2018 ascendió a 48.826 millones de euros, lo que supone más que triplicar a sus principales competidores, la estadounidense Estée Lauder Companies, cuyo negocio fue de US$ 14.863 millones, y la suiza Richemont (Cartier), con 13.989 millones de euros en ventas.

LVMH ha aumentado un 24,5% su facturación y un 56% su beneficio neto, hasta los 6.354 millones de euros, en los últimos dos años y crece un 15% en lo que va de 2019. Además, desde 2016, su cotización se ha multiplicado un 200%. Sus acciones cerraron ayer en 404,25 euros, un 2,02% más, capitalizando 206.000 millones de euros, lo que la convierte en la quinta cotizada más grande de Europa. Tiffany subió ayer un 6,17%, hasta US$ 133,25, acercándose al precio de la compra.

Adquisición estratégica

La adquisición de Tiffany resulta muy estratégica para LVMH. Por un lado, supone elevar a una nueva dimensión el negocio de joyería y relojería de la empresa, el que menos pesa en su facturación: un 9% en 2018, es decir, 4.123 millones de euros. Por su parte, Tifanny facturó US$ 4.442 millones en 2018.

La joyería, con más de 300 tiendas y 14.000 empleados en el mundo, ofrece también a LVMH un importante impulso en EEUU, el mercado donde Tiffany concentra casi la mitad de sus ventas y donde el grupo francés registraba hasta ahora el 24% de su negocio.

Además, "LVMH podrá lanzar un ataque más potente sobre el mercado asiático" y, en especial, sobre los Millennials, indicó ayer Flavio Cereda, analista de Jefferies. Bain & Co prevé que el negocio de la joyería crezca un 7% este año y supere los 20.000 millones de dólares en el mundo.